jueves, 10 de junio de 2010

NUESTRA HIPOTENUSA


Cuando llegaron los gatos al callejon de tu calle comenzo a llover en mi tuberculo y hasta hoy no ha cesado. Los abrazos golondrina y los besos gominola se fundieron y confundieron mi alfombra con tus papilas atractivas. Enfermaron mis esquinas, lloraron mis secretos y mi metamorfosis a mota de polvo se quedo en un cajón olvidada. Amanecia en mis venas tu sol. Como orugas hicimos camino entre la maleza, senderos en la selva. Los otoños florecian en tus acurrucos de fruta moldeando mi cariño como un pegote de barro. Y ahora que uno empieza a darse cuenta de que el tiempo cabalga aparece como paloma en chistera nuestra hipotenusa. Nuestra hipotenusa, nuestra hipotenusa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te comenta una chica de letras y tal vez no me salgan bien las cuentas pero si creo que de resultado entre los tres sale un gran amor mayúsculo y del bueno.